Hay situaciones en la vida que nos llevan a quejarnos: qué calor, qué frío, cuándo llega el micro, me olvidé la llave, no alcanza el dinero, otra vez dejaron la puerta abierta, no apagan las luces, etc. Estas son quejas cotidianas. Algunos estudios dicen que nos quejamos, como mínimo, veinte veces al día.

 

“Quejarse es el pasatiempo de los incapaces”. Hugo Ojetti
(Escritor, ensayista y periodista italiano).

 

El mayor problema de la queja es cuando se torna constante y te quedas rumiando siempre en lo mismo y no buscas una solución. Además, generalmente manifestamos la queja a los que tenemos cerca, cuando al único que le molesta es a uno mismo y no a los demás.

Lo que nos pasa en la vida no se puede evitar, por mucho que queramos. Hay buenos y malos momentos pero no somos los dueños de la vida para que siempre nos ocurran cosas buenas.

Más de una vez habrás escuchado: ¿por qué a mí? A lo que yo respondería ¿y por qué no? ¿Acaso tienes privilegio? El quid de la cuestión está en modificar la pregunta: ¿para qué a mí? Si logras la respuesta al “para qué”, encontrarás el aprendizaje. Este es un buen ejercicio.

 

“Nadie se queja de tener lo que no se merece”.
Jane Austen

Toda queja requiere una acción

Quejarse por quejarse no nos conduce a ninguna solución.

Si yo me quejo porque alguien dejó una luz prendida innecesariamente y cada vez que la veo prendida digo “otra vez no apagaron la luz”, siempre seguirá pasando lo mismo. En cambio, si cuando veo la luz encendida voy a buscar a quien yo sé que es el responsable, lo llamo por su nombre y le digo, “apagá la luz del baño, por favor”.

La queja no implica mal modo. Como digo siempre, hay dos maneras de decir las cosas: bien o mal. Si podemos hablar bien y civilizadamente… ¿por qué a veces nos salimos de las casillas y tratamos mal al que tenemos al lado? Porque no pensamos en el otro y solo buscamos desahogarnos.

 

Al quejarnos es como si quisiéramos que los demás nos solucionen nuestros problemas.

 

Si eres de los que se quejan constantemente… estás en problemas. Debieras tratar de pensar dos veces antes de emitir una queja y no largarla al aire como si tal cosa, sino dirigirte a la persona con la que te tienes que quejar.

También están las quejas institucionales dado que los momentos que estamos viviendo, obviamente, no están siendo de los mejores. Pero tampoco de los peores. Quejándonos no ganamos nada, solo ganamos hacernos mala sangre y no solucionamos el problema que ocasionó mi queja. Si está dentro de las posibilidades, presentar una queja formal por escrito.

 

evitar quejas

 

No hay que ahogarse en un vaso de agua: se puede escribir una nota y se entrega donde corresponda o se deja una queja telefónica. Desde ya, no vamos a solucionar el problema pero algo suma y sobre todo, nos alivia el haber tenido la intención de expresar la queja en el lugar que corresponde, y no haberlo hecho con un familiar o un amigo.

 

Consecuencias negativas de la queja

  • No nos resuelve el problema.
  • Nos ata al pasado y no nos deja ver el presente.
  • Nos deja atrapados en un pensamiento negativo y no podemos salir de allí.
  • Interfiere en nuestras relaciones.
  • Nos desgasta emocionalmente.
  • No asumimos nuestro rol echándole la culpa a los demás de lo que nos pasa.
  • Nos hace intolerantes.
  • Nos quita poder.

 

Consecuencias positivas cuando evitamos la queja

  • Somos más optimistas.
  • Tenemos mayor claridad para resolver nuestros problemas.
  • Nos alivia dejar la postura negativa de lado.
  • Al asumir que la respuesta está en uno, nos sentimos menos angustiados y buscamos la solución.
  • Nos hace más responsables.
  • Disminuye nuestra angustia.
  • Mejora nuestro estado de ánimo y, por consiguiente, nuestras relaciones.
  • Nos empoderamos.

 

¿Cómo se puede evitar la queja?

 

  • Pregúntate si tu queja es necesaria y si con ella vas a solucionar algo.
  • Transforma los pensamientos negativos en positivos. Cada uno elige su pensamiento.
  • No hagas responsables a los demás de lo que te aqueja.
  • Evita ponerte en víctima, como si fueras el único al que le pasan cosas.
  • Antes de emitir tu queja revisa si vale la pena.
  • Cambia la forma de ver las cosas y las cosas cambiarán de forma.

 

evitar quejas

 

¡Programa tu mente!

La Programación Neurolingüística (PNL) sostiene que es posible reprogramar la mente cuando hay algo que la limita, y utiliza distintos recursos con el fin de mejorar la calidad de vida.

Tanto el pensamiento como la palabra son determinantes en el efecto que pueden causar y por eso, debemos ser muy cuidadosos a la hora de expresarnos.

 

Con la queja te conectas con campos de baja energía que te debilitan, te hacen vulnerable a enfermedades, conflictos sociales y carencias. Por el contrario, si hablas de gratitud te conectas a campos de alta energía.

En 2006, el pastor evangelista Will Bowen, autor del libro “Un mundo sin quejas”, le propuso a su comunidad El reto de los 21 días, con el propósitos de ayudar a eliminar cualquier rastro de queja o lamento y sus nocivas consecuencias para el individuo.

Te invito a hacer un ejercicio que te ayudará a generar hábitos que mejorarán tu calidad de vida. La meta es crear una vida más positiva eliminando pensamientos y comentarios negativos.

¿Estás listo?

Veamos lo que Will nos aconseja…

Mi propuesta es simple:

 

ABANDONAS LA QUEJA Y TE LLENAS DE GRATITUD…

Así que mantén una observación especial de tus pensamientos y palabras y cada vez que te descubras quejándote, expresa un agradecimiento a la vida, al trabajo, a la salud o a cualquier cosa que puedas agradecer de corazón, siempre tendrás algo para agradecer. Cada vez que emitas una queja tendrás que volver a empezar la cuenta de los 21 días desde uno.

– Si pienso una queja o crítica pero no la digo ¿también cuenta?

– Por suerte NO. Sólo las palabras que salen de tu boca son las que cuentan en este caso.

Quienes lo han logrado reconocen que no es para nada fácil, pero después de las tres semanas, o más, que tardes en lograr la meta, dejarás inclusive de criticar con la mente.

¡Adelante, acepta el reto! demuéstrate que SÍ puedes, y vive la responsabilidad de la GRATITUD como una experiencia que se “siente”… y asciende a un mayor nivel de conciencia y despertar, donde el panorama de la vida será más amplio y amable contigo.

¿Por qué 21 días?

Los científicos dicen que toma 21 días crear un hábito. Nos tomará 21 días dejar el hábito de la queja y formar el nuevo hábito de ser RESPONSABLES DE NUESTRA GRATITUD.

 

«Si algo no te gusta, cámbialo.

Si no puedes hacerlo, cambia tu actitud.

No te quejes.

Cambia la forma de ver las cosas.

Las cosas cambiarán de forma».

 

“Un mundo sin quejas” de Will Bowen

 

Y tú… ¿de qué te quejas?


 

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